La más elevada, así como la más baja forma de crítica es una forma de autobiografía. OSCAR WILDE
 
 
Eva Hesse

(1936 - 1970)





Se trata de una mujer con turbante sosteniendo flanes en las manos, rodeada de motivos vegetales, escondiendo su identidad, escribiendo su biografía. Se mira en un espejo al lado de la ventana. Por fuera es una ninfa, por dentro, una pesadilla que juega con el collar del terror. Da clases de artes en una galería hecha de cristales mientras una vieja le dice: tú eres una escultura. Se ve petrificada, prisionera d euna idea. Escapa en una bicicleta roja. Sus primeras obras se publicaron en una revista de moda. Le gustaba hablar con las manos y una vez, de casualidad, conoció a Joseph Albers. Desde aquello, sus manos comenzaron a trazar rayas, a pegar hojas sobe el vacío, a leer una fatalidad en el frágil destino de los días. Mientras, se hizo la reina de los garabatos y en una ocasión filmó una película junto Robert Smithson. Además de una artista, fue una musa y una especie de diosa de témpano. De hecho, el archifamoso Sol Lewitt se enamoró perdidamente de ella. Más tarde, Eva se enamoró de Tom Doyle: un escultor de madera que fumaba puros. A veces llevaba una pipa en la boca bajo su curioso bigote, hacía aviones de tela, aterrizando en playas extensas más allá de la razón. Ella hacía cometas y bailaba sobre los tejados con una manzana en la mano. Al final se casó con Tom, coronada de flores; vestía un abrigo de pieles, pisaba una nube de ideas. Se puso a pintar cajas, cajoncitos metafísicos llenos de barbaridades.
 

 
Poco a poco se dio cuenta de que el arte era una barbaridad.
Practicó aquella senda de Klee nunca desarrollada e introdujo nuevos elementos que luego le copió Bacon, figuras que Baskiat envidiaría. Su visión era antibauhaus, ultrakandinsky, otorgaba vida a lo marginal, a lo abstracto, a lo anónimo. A su lado, Tom hacía esculturas de piedra, una especie de laberintos hechos de círculos de poder. Guston soñaría con ellos.
Se trasladaron a Alemania y viviendo en un molino abandonado, ella descubre el látex.
Ella tenía un gorro azul con olas y un vestido verde-indio. En Europa visitó todos los museos.
 
 
Comenzó a dibujar como Duchamp.

Inventó máquinas dimensionales.
Crió lombrices enormes, pechos con pezones de cuerda, marcos hinchables, bombas negras con mechas umbilicales, circuitos mentales como los que hacía Tom pero inorgánicos, transgénicos, inhumanos, ¿estaba Eva Hesse replicando los órganos internos de la existencia? Más allá de la pintura y la escultura, Eva comenzó a irradiar arte, literatura, imágenes, poesía.
Inspiró las famosas dianas de Jasper Johns.
Recicló las formas hasta canalizarlas en criaturas.
No para de juntar telas, de fundir goma.
Tiende las viejas telas de la pintura; inventa un camino a partir del caucho.
El plástico reina en el estudio.
Erige un estilo infraindustrial, casi un primitivismo camp. Todo son vísceras, fantasmagorías.
Hace flotar enormes esferas, cuelga cordones goteantes. Sueña con Duchamp en otra dimensión.
Crea una arquitectura orgánica con apariencia d eun circuito informático.
 

Ella fue una antiselva de conexiones, de tejidos vegetales, estalactitas sumerias.
Piensa en Alemania, en Holanda, en Inglaterra y en EEUU donde saltaba junto a Allan Kaprow, inventando el postmnimalismo con un solo gesto.
Pertenece al clasicismo de una nueva idea de arte.
Es una especie de Fidias.
Su paraíso fue Woodstock, su obra, una psicodelia austera, de tela de araña. Eva Hesse era una araña de mil ojos que sabía que no saldría impune de aquello.
 
 
 
La Humanidad ya no sabía qué era el Arte y ella intentó volver a empezar.
Toda su obra es una matriz de legajos.
Fue una pionera del final de la copia y el principio del indiscernible.
Ella misma es un objet trouvé.
Ella es una especulación efímera, transparente.
Sus obras parecen embriones, renacuajos.
Todo queda fuera de campo.
Más allá de los símbolos, se asentó en lo esencial.
El artesano se dedica a lo múltiple, ella sólo hacía piezas únicas.

El 1969 murió de un tumor cerebral.