La más elevada, así como la más baja forma de crítica es una forma de autobiografía. OSCAR WILDE
 
 
 
El arte contemporáneo
 
 


Todo arte ha sido contemporáneo alguna vez; el de hoy será bautizado por otros para dejar paso a futuras escenas de creación pero, ¿dónde nació y por qué? En medio de la diatriba moderna, sucede la tragedia europea de la guerra y el exterminio de mitad de siglo XX, el cual rompe de cuajo el pacto humano. Por ello, el arte nuevo nace degenerado ya en los retratos de Wols y Fautrier, ya en los de Jorn, Dubuffet, Appel o Saura. Los colores se mezclan, se violentan; hacen su propia guerra. La pintura se suicida al tomar conciencia, se convierte en una filosofía que deja paso a las estructuras y las esculturas de mobiliario, se atraviesa el espejo y todo -incluso lo imaginario- parece volverse real (ver los cubos de Eva Hesse). La fama se convierte en un motivo, los objetos se apoderan del discurso y se convierten en tiranicidas; los restos, lo marginal y la comida se transforman en materia prima de museo. La obra comienza a perder valor y todo se divide en tres líneas: el concepto, la artesanía y lo geométrico. El arte contemporáneo se olvida de su lado paleolítico para comenzar directamente su andanza en el mundo del interés y el consumo, en definitiva: en el teatro de lo espectacular. La cuestión ya no es emocionar, resucitar o conmover, ahora se trata de asombrar, de confundir, de provocar. Las reglas cambian porque todo se convierte en un mercado de miserables: cuando lo cotidiano se vuelve totem o ídolo sólo queda la perversión y la lujuria, la gula y el aburrimiento. La corrupción, la mentira, el engaño. En gran medida, el arte contemporáneo pierde la alegría original del arte moderno derivado de la tragedia incomprensible e inacabable; ¿cuándo terminará la guerra? El hiperrrealismo, los letreros luminosos, los símbolos masones, el kitsch y el feismo lo inundan todo con sus tendencias tristes y frías exceptuando las obras de Baselizt, Penck, Maloney, Basquiat, Beuys, Calder, Walter de Maria, Claramunt, Hartung, Klein, Kounellis, Rauschenberg, Kippenberger, Serra, Tàpies, Twombly, Merz, Twombly o Motherwell.